Dientes disparejos estilo Yaeba: última moda de Japón
En Japón, el último grito de la moda juvenil de diversas edades es el tener una sonrisa dispareja con colmillos prominentes: la sonrisa Yaeba.
Mientras que el cuidado dental convencional implica enderezar los dientes fuera de lugar, las chicas japonesas suelen acudir al dentista para ‘arreglarse’ los dientes.
Conseguir una sonrisa Yaeba (cuya palabra significa ‘doble diente’ en alusión a los colmillos) puede llegar a costar hasta más de 290 euros y el atractivo principal de este tipo de sonrisa en la moda japonesa es que la apariencia imperfecta de los dientes emule a las sonrisas imperfectas de quienes han tenido un crecimiento tardío de los dientes de leche.
De acuerdo con los japoneses, la sonrisa Yaeba añade un toque de dulzura tanto a chicas como mujeres, por lo que muchas han recurrido a esta medida con el afán de lucir más jóvenes, e incluso las celebridades del momento en el País del Sol Naciente la muestran con orgullo.
La cultura japonesa tiende a mostrar cierto aprecio a ciertas características que en culturas occidentales son consideradas como ‘defectos’, como en este caso, son los dientes desalineados y los colmillos prominentes.
Sin embargo, muchas personas fuera del país asiático consideran que es una moda bizarra y que contribuye a la sexualización infantil (puesto que la inocencia es visto como algo seductor en Japón). Sin embargo, fuera de Asia también se tiene un creciente fetiche hacia las sonrisas imperfectas, las cuales se reflejan en las modelos con dientes disparejos: Lara Stone y Georgia Jagger.
De acuerdo con las opiniones de expertos, la sociedad cada vez se está cansando más del ideal de un cuerpo perfecto e inalcanzable, por lo que están optando en aceptar ciertas características que hacen a una persona ‘perfectamente imperfecta’.
Pero, ¿Es necesario tener que recurrir a la medida de modificar el cuerpo para alcanzar el ideal imperfecto? ¿No es lo mismo que intentar seguir la moda de alcanzar la perfección absoluta?
Elìas Basauri
Desde niño me he sentido avergonzado por mis dientes imperfectos. Y allá en Japón uno se sentiría orgulloso. Qué mundos tan diferentes. No sé si ahorrar dinero para arreglármelos o para viajar a Japón.